Al comienzo de la etapa 17 del Giro d’Italia, cuando el nervioso pelotón comenzó su larga y dura ascensión desde el valle del río Adda hasta Bormio, parecía que Isaac Del Toro estaba agotado. Este joven ciclista mexicano de 21 años había luchado admirablemente durante las primeras 16 etapas del Giro, y aunque había logrado mantener la camiseta de líder de la maglia rosa más tiempo del que nadie esperaba, las terceras semanas de las Grandes Vueltas son implacables, especialmente para un joven ciclista que nunca antes había tenido la presión de defender la camiseta de líder.
Un día antes, Del Toro había cedido en el San Valentino, perdiendo más de 90 segundos ante el experimentado Richard Carapaz y el semi-experimentado Simon Yates; en una subida anterior, Carapaz y Yates le habían hecho temblar. Parecía lógico que la debilidad de Del Toro se agravara y que los veteranos le aliviaran la presión de llevar la camiseta. Sin embargo, él tomó la iniciativa y dejó a todos atrás para ganar su primera etapa en una Gran Vuelta. Carapaz fue el primero en poner a prueba a Del Toro en el Mortirolo, descolgándolo a aproximadamente un kilómetro de la cima y uniéndose a Georg Steinhauser, compañero de equipo de Carapaz en la escapada anterior.
La estrategia de Del Toro
La mayoría de los ciclistas en su situación se habrían asustado, gastando demasiada energía tratando de alcanzar inmediatamente a Carapaz y a su compañero de equipo, o simplemente se habrían dado por vencidos, sabiendo que aún quedaban dos etapas muy duras al final de la semana. Del Toro no hizo ninguna de las dos cosas, ayudó con calma a reagrupar al grupo de los favoritos y ejecutó una persecución paciente. Después de que UAE, luego Red Bull, y luego Bahrain atraparon los restos de la escapada, Del Toro hizo su movimiento cerca de la cima de la última subida del día. Solo Carapaz pudo seguirle. Alcanzaron al veterano Romain Bardet (quien elogió a Del Toro, diciendo: “Toma las curvas como un criminal”), y cuando la carretera volvió a subir hacia el largo falso llano, Del Toro se escapó. Nadie pudo seguirle.
Comparaciones inevitables
Es fácil caer en la tentación de comparar a Del Toro con su compañero de equipo Tadej Pogacar, quien en 2020, también a los 21 años y corriendo para UAE, ganó su primer Tour de Francia y tomó el control del deporte. Aunque Del Toro y Pogacar son ciclistas muy diferentes, con estilos e instintos distintos, la comparación se vuelve menos herética con cada actuación sucesiva de Del Toro. Es muy posible que Del Toro gane este Giro, lo que haría la comparación inevitable, e incluso lógica.
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El futuro de Del Toro
El éxito de Del Toro en el Giro no se siente tanto como el de Pogacar porque ha tenido que jugar a la defensiva durante tanto tiempo, mientras que Pogacar simplemente se puso la camiseta amarilla en la contrarreloj al final de la carrera. Del Toro entró en este Giro como co-favorito con Juan Ayuso, otro joven talento de UAE, y ambos estaban considerados ligeramente por delante de un gran campo que incluía a Carapaz, Yates, el otro gemelo Yates Adam, Antonio Tiberi, y -si te sentías optimista hasta el punto de la fantasía- Egan Bernal.
La actuación de Del Toro en la etapa 9 fue estelar, ya que corrió con valentía e inteligencia para evitar el caos inevitable que se produce cuando el pelotón se enfrenta a carreteras de grava, y luego con energía brutal una vez que el caos abrió huecos para que él se escapara. Al final de la etapa, estaba por delante de Ayuso por más de un minuto.
El liderazgo de Del Toro
Lo más notable de la crisis de liderazgo que siguió fue cómo Del Toro la manejó con calma. Nunca se sometió a su líder, pero tampoco pidió una recompensa. Sabía que no ganaría la carrera si era más fuerte que Ayuso, así que dejó que la carretera hablara. Y lo hizo, aunque también le jugó una mala pasada. Llegó a la etapa 17 con una escasa ventaja de 26 segundos. Eso no es nada dado lo que viene el viernes, pero en lugar de correr a la defensiva, llevó la lucha a Carapaz y Yates desde el principio.
Es imposible no animar a alguien tan seguro de sí mismo, que no parece sentir la presión de la maglia rosa, de la historia del ciclismo mexicano, o de los ganadores anteriores de esta carrera respirando en su nuca. No perderá este Giro; alguien tendrá que ganárselo a él. El pelotón tiene dos oportunidades más para evitar que haga historia.