La Liga de Naciones, en su esencia, se percibe como un medio para generar más ingresos. Reemplazar los amistosos internacionales con un torneo aparentemente decisivo es una excelente idea en teoría, pero el objetivo principal de la UEFA (y posteriormente de la CONCACAF) era obtener más beneficios de los campeonatos mundiales de mitad de temporada, que hasta entonces despertaban poco interés. En este contexto, es fácil ver el torneo como otro monumento a la insaciable codicia de las autoridades futbolísticas.
La competencia en sí misma no tiene relevancia histórica y parece absurdo darle un valor de importancia a estos partidos. Por ejemplo, la semifinal de la Liga de Naciones entre Francia y España fue promocionada como un enfrentamiento entre Ousmane Dembélé y Lamine Yamal, dos de los jugadores más destacados de la última temporada, por el Balón de Oro. Este tipo de publicidad previa al partido es precisamente lo que la Liga de Naciones requiere para generar interés.
Dembele tuvo un partido discreto en un emocionante 5-4, y mientras Lamine ayudó a España a ganar con su doblete de penalti, es difícil imaginar a alguien que realmente considere el resultado final de este partido como un factor decisivo para el Balón de Oro.
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El verdadero valor de una competición como la Liga de Naciones reside en las actuaciones destacadas de los jugadores. Aunque no sean especialmente decisivas, son competiciones serias en las que todos los jugadores se esfuerzan al máximo. Y, al menos, cuando llegan las semifinales y la final, los partidos son objeto de una atención predominante. Es una plataforma ideal para que un jugador, especialmente si ha estado fuera de foco por un tiempo, muestre sus habilidades en un escenario de gran envergadura.
Aquí es donde entra Nuno Mendes, que fue la estrella del emocionante partido del domingo entre Portugal y España, en el que los portugueses ganaron en la tanda de penaltis. Mientras Cristiano Ronaldo acapara silenciosamente todos los titulares con Portugal, Nuno Mendes, de 40 años, fue un jugador destacado en el partido. El corpulento jugador del PSG ha demostrado ser uno de los mejores en su campo, tanto en términos de honores como de rendimiento personal.
Mendes fue nombrado el mejor jugador del partido, y con razón. Marcó el primer gol de Portugal y creó el segundo a partir de un tiro libre que Ronaldo remató de volea con una diferencia mínima. Fue un verdadero dolor de cabeza para España en el flanco izquierdo del ataque portugués, obligando constantemente a Lamine a defenderse. Sus esfuerzos combinados resultaron en gran medida inútiles. Mendes terminó el partido con el mayor número de regates exitosos de cualquier jugador, con cuatro, y fue un verdadero motor en el ataque de Portugal.
La actuación de Mendes fue una lección magistral. En el minuto 26, con España adelante 1-0, Mendes recibió el balón fuera del área española, tomó dos toques para hacerse espacio y luego lanzó un disparo bajo que superó a Unai Simón:
Su “ayuda” en el gol de Ronaldo pudo haber sido un desvío afortunado, pero no hubo nada de suerte en la velocidad con la que se desarrolló todo. En el minuto 61, con Portugal en desventaja numérica por culpa de Mikel Oyarzabal, Mendes tomó el balón en la banda izquierda y Lamine le custodió. Después de un breve amago hacia el centro del campo, se escoró a la izquierda y aceleró a toda velocidad, superando a Mingueza, que ya estaba fuera del campo. Cuando Mingueza alcanzó el balón, Mendes vio que su compañero Nelson Semedo estaba cargando hacia el centro y trató de rematar bajo. Robin Le Normand tuvo la mala suerte de poner el pie en un lugar apenas imperfecto, porque el balón rebotó en él y flotó en el aire, donde Ronaldo estaba en condiciones de meterlo en la portería.
Ninguno de los dos goles de Portugal se habría logrado sin Mendes, y eso posiblemente se haga aún más evidente a medida que crezca en su papel de auténtica superestrella de la selección nacional. A pesar de su juventud, Mendes ya cuenta con 37 internacionalidades, y a medida que su talento se afiance en su temprana madurez, se convertirá en una pieza clave para Portugal. Portugal ganó el partido en gran parte gracias a Mendes y, además, debido a Álvaro Morata, que sorprendió a nadie al no convertir su tiro en la tanda de penaltis.
Tras la tanda, las cámaras se centraron en Ronaldo mientras intentaba exprimir alguna emoción de sus inactivos conductos lacrimales. Ronaldo, entre otras cosas, entiende el poder del artificio y la manipulación narrativa, por lo que el trofeo más artificial del fútbol mundial fue a parar a manos de la celebridad más ciborgiana del deporte, que con la fuerza de una emoción extravagante intentó dar algo de importancia a su última hazaña. A pesar de los absurdos titulares sobre la coronación del Balón de Oro que no fue y de que Ronaldo se untara de grandeza por todas partes, las últimas fases de esta Liga de Naciones ofrecieron algunas cosas de verdadero valor. La gran actuación de Rayan Cherki en el partido España-Francia, la espectacular habilidad de las máscaras en el emocionante España-Portugal y, sobre todo, la eficacia de Mendes, que estuvo por encima de todo.
No sabemos si a alguien le importa o no, o si recordará esencialmente los detalles de este partido dentro de un par de meses. Lo que sí es cierto es que Nuno Mendes es excepcional, sin igual en lo que hace, y tiene la habilidad de transformar un torneo inflado en un testimonio palpable de su enorme habilidad.